Son las ocho de la noche. Una de las filas empieza a avanzar pero no es la nuestra. Es la de los que consiguieron boletos para la función de las ocho y media, la primera en estas salas. Los comentarios no son de envidia ni resentimiento, todo lo contrario. En el ambiente hay felicidad, y mucha emoción. No hay sentimientos adultos aquí, no tienen cabida. Niños, adolescentes y adultos dejan de serlo en este momento para convertirse en participantes del fin de un fenómeno que después de diez años llega a su fin, por lo menos en el cine.
Porque el último libro ya hace 3 años que fue publicado. Y, como en el cine, las filas para conseguir un ejemplar también estaban rebosantes de emoción y ansiedad. La espera había sido larga. Miles de comentarios, acaloradas discusiones y grandes expectativas se generaron y por fin llegaba el día en que el velo caía y la historia terminaba. La historia de un mago. La historia de un mundo mágico. Una historia que leyeron 400 millones de niños, adolescentes y adultos en el mundo.
Hay miles de personas que han visto con recelo este fenómeno. “Los fans de Harry Potter deberían avergonzarse de ser fans de Harry Potter”, comenta alguien que en su perfil de facebook dice ser estudiante de una maestría en literatura. Si algo no se puede permitir un lector, es ser dogmático, convertirse en una especie de mesías literario que anuncia la salvación por medio de los libros que el considera dignos de ser leídos, pero sobre todo, de aquellos que merecen la pena de la hoguera.
El fenómeno de Harry Potter principalmente es un fenómeno literario, que tuvo su origen en los libros, en los cuentos, en la fantasía que solo la lectura hace posible. Los fans mexicanos de Harry Potter han leído por lo menos siete libros en su vida, una cifra que millones de mexicanos no alcanzarán jamás. Pero esto solo considerando los siete libros de la saga, porque para estos niños, ahora adolescentes y jóvenes, los libros del mago fueron el punto de partida de una vida ya enriquecida por la lectura.
La mercadotecnia hace su parte. El cine también. Pero la esencia está ahí. Si, es divertido ver a los niños y adolescentes llegar al cine o a la librería con una varita, con su túnica de mago, tratando de hacer suyo un mundo que solo existe en un libro. Pero son niños. Niños que leen. “Volver a los juguetes es pueril. Volver a los cuentos es reanimar el espíritu con las verdades puras de valor y belleza”. Esto, dicho hace siglos por los hermanos Grimm, es la verdad que subyace en el fenómeno de Harry Potter, un fenómeno alrededor de un cuento. Y siempre será mejor ser parte de algo así, que, por ejemplo, ser uno más de millones de mexicanos que imitan las ocurrencias de un borracho de internet.